No tardaré en llegar
a los despojos sobrantes de luz
que enhebran la vida de las islas
Contemplando el ritual incesante del mar
Colmada de caparazones
Estallarán completamente inmóviles
Extraños océanos Confusos océanos
Llorados sobre mi penitencia
Con la muerte de tantos ávidos ojos
mirando hacia mi sangre
Como cálices de flores sitiadas en su fiesta
En órbitas vibrantes de artificios
sobrevoladas de ángeles
En fisuras de cielo donde la noche escinde sus ríos
Sus diamantes estáticos
Sus fríos escalpelos de hermosura
No tardaré en llegar
a los despojos sobrantes de sombra
con carruseles cósmicos y blancos elefantes dormidos
A sabiendas descorreré los velos de mi muerte
Y en los perfectos espejos encendidos
el salto de un caballo desbordará el azogue.
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