lunes, 21 de enero de 2013

JUAN RODOLFO WILCOCK



SI ESTE INSTANTE

Si este instante fuera la eternidad inmutable,
siempre, siempre delante de mí tu cuerpo así bello,
como lejanas músicas que suben exaltadas,
entre luces irisadas y vapores irisados.

Quiero bajar la frente y besarte las manos
mientras tras de tus ojos pasa un jardín increíble.
un lugar voluptuoso donde el pensamiento se hunde
en las aguas dulces y en un sueño.
Y acercarme a tus labios y conocer la muerte,
un espacio de ángeles, el olvido.

lunes, 14 de enero de 2013

ALBERTO GIRRI



CANCIÓN DE AMOR

Aquí yazgo pensando en ti:

¡La mancha del amor
se extiende sobre el mundo!
¡Amarilla, amarilla, amarilla
roe las hojas,
unta con azafrán
las cornígeras ramas que se inclinan
pesadamente
contra un liso cielo púrpura!
No hay luz,
sólo una espesa mancha de miel
que gotea de hoja en hoja
y de rama en rama
desluciendo los colores
del mundo entero;

¡tú allá lejos
bajo el rojo zumo del oeste!

ROBERTO JUARROZ



ALGÚN DÍA ENCONTRARÉ UNA PALABRA...

Algún día encontraré una palabra
que penetre en tu vientre y lo fecunde,
que se pare en tu seno
como una mano abierta y cerrada al mismo tiempo.

Hallaré una palabra
que detenga tu cuerpo y lo dé vuelta,
que contenga tu cuerpo
y abra tus ojos como un dios sin nubes
y te use tu saliva
y te doble las piernas.
Tú tal vez no la escuches
o tal vez no la comprendas.
No será necesario.
Irá por tu interior como una rueda
recorriéndote al fin de punta a punta,
mujer mía y no mía
y no se detendrá ni cuando mueras.

lunes, 7 de enero de 2013

domingo, 6 de enero de 2013

FERNANDO LORENZO



MANUAL DE LA TIERRA ARRASADA

Ya no quiero quedarme: ya he cantado
y he recorrido el sitio
y he comido
y he usado las palabras y he muerto
con un morir entre cosas esparcidas, oh país mío,
oh dolor que se abstiene
ya sólido
en su copa
como un río tallado.
¿Adónde vas, mi tierra, que yo pueda encontrarte?
Ya no quiero quedarme en un país urdido por arañas
que se hacen señas
de colina en colina
y derraman ceniza sobre el cuerpo gigante de los enamorados
vueltos como heliotropos a la lluvia felina.
Mi tierra, ahora flor acostada,
alguna vez fue un júbilo hacia arriba
junto a un abismo sin perros ni piedras familiares
donde ha caído al fin mendiga de la noche su lengua.
No te quedaban puertas. Te acosaron el vientre, te comieron
el nido de los hijos: la rosa vespertina que en su través,
sólo en tu honor crecida,
mostraba toda la primavera en un anillo.
¿Adónde vas, mi tierra, que yo pueda encontrarte?
Desde el confín donde el cóndor se desnuda como una ley del aire
se te mira, mi tierra, vieja y cansada,
con la cofia llena de jeroglíficos y números secretos.
Llueve leche sumisa que no cabe en el mundo,
leche y dátiles: alimento ofrecido para volverte a la vida
y colorir tus manos aferradas al remo
del amo.
Es el toque de queda -leche y dátiles- de familia en familia
cohabitando en las últimas pavesas.
¿Adónde vas, mi tierra, que yo pueda encontrarte?
Ya no quiero quedarme para esa melodía sin balcones al sol,
ese réquiem trotado por caballos con máscaras
donde tu cuerpo ahogado flotará eternamente
simulando la vida.