NOCTURNO Nº 3
Con hambre y sed de soledad,
a estas orillas vino mi corazón nocturno a pastorear sus penas.
Como en el puente de un barco mirando más allá de las olas y la noche.
Junto a mí, con su mano sobre mi hombro,
siempre el recuerdo con sus ojos cansados,
y todas mis lejanías, holladas o vírgenes.
Tú en mí, siempre, como una patria en el pecho de un héroe,
y mis sueños que tienen forma de ala y tienen el color de tus ojos.
Dolorida más que una carne el alma,
y el líquido rumor de la fuente que lava las calladas heridas.
Tu lejanía se aprieta sobre mi ansia y yo arañando en la hondura
quiero desengarzar para mandarte la estrella más latidora.
Viviéndote, maravillosa, en pulso y en respiro,
con la vehemente vigilia de las estrellas hasta el alba velaré tu recuerdo;
De pronto te me apareces…
¿Dónde?
Y cierro bien los ojos porque no te me vayas.
Pero no hay más que tu ausencia, la ausencia que agranda la noche.
Bellísimo poema. Todo lo que diga lo desmerecerá.
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