MIS MUERTES Y LAS TUYAS
Este pan era mío. Aquella tierra era tuya.
Todo estaba en nosotros y no era nuestro.
Pero el estallido nos rodeaba.
El estallido era el agua que bebíamos para morir.
Los ojos -’cuántas veces los ojos en camino fueron hogueras’
Los ojos eran granadas y el estallido el agua que bañaba nuestras sienes.
Los ojos se anticipaban a la muerte en un espejo que resplandecía.
Este pan era mío. Este pan y el alba.
El pan se entristecía en la mano. El alba se cuajaba de ángeles.
Y todo estaba en nosotros.
Los pájaros de fuego rayaban nuestra voz.
Tú lo sabías. Lo supe yo. Las estrellas lo supieron.
La trinchera era nuestra tumba y nuestra madre.
Este pan era mío. Se desgajaban las palabras.
La muerte nos tocaba y caían nuestras horas.
Quedábamos desnudos enredados en lágrimas.
Las llamas cubrían nuestro paso.
Yo moría y tú nacías. Yo para nacer. Tú para morir.
Todos moríamos y nacíamos.
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